…o de cómo ver a Liza Minelli bailando “Single Ladies” cuan Encarnita Polo. Si algo puedes esperar de Sex and the City 2 este viernes es una nueva dosis de lujo, kilo y medio de frivolidad, y decenas de Gallianos, Blahniks y Diors. La segunda entrega en gran pantalla no puede ser más marica. Paradojas del destino, el argumento no es otro que lo perecedero del matrimonio. Carrie ya lleva dos años junto Mr. Preston y lejos de seguir avanzando en su vida de casados, ambos creen que necesitan un break semanal para desconectar de su pareja. Con este argumento, y con la clara intención de hacernos ver que los Emiratos Árabes y sus jeques pueden pagar para que la superproducción se grabe allí, el viaje transcurre a chulazo nuevo por cada cinco minutos, a zapatos por cada tres, y a paisaje diferente por cada minuto. Película no apta para recién hormonadas. Y no pasa nada porque se cuele Penélope Cruz en un cameo de dos minutos y se toque cinco veces el pelo. Ni tampoco sobra que a una de las protas la confundan con la madre de Miley Cyrus (siempre tan tolerante, como sabe @jonipod), y quien también aparece en escena. Altamente recomendable, mejor incluso que la primera desde mi más sincera opinión, con el siempre telón de fondo de Nueva York.